Este castillo fue construido en el interior del recinto de la primitiva alcazaba de planta cuadrangular que ciñe el meandro del arroyo, minúscula península de estrecho istmo.

Centrado en la plataforma y en la cúspide del monte, se eleva el castillo de los Sotomayores, de planta casi cuadrada, compuesta de ocho torres altísimas de planta también cuadrada, unidas por los correspondientes lienzos de muralla. Cuatro torres están en las esquinas y cuatro en los centros de los costados, descollando sobre todas la del homenaje. En los costados Este y Sur está al descubierto el anchísimo y profundo foso, que los señores de Belalcázar abrieron en el espesor de la cantera pizarrosa que constituye aquel monte. Es casi seguro que el foso correría por los cuatro costados, pero hoy solamente lo hace por dos. Toda la construcción es de sillares de piedra granítica del país, y como se hallan en perfecto estado de conservación, destacan bien en el despiezo, las marcas de los canteros muy repetidas, y de las cuales algunas pueden tener valor histórico, pues sus inscripciones dan a conocer, que los obreros eran muchos moriscos o mudéjares que estampaban signos arábigos.

Observando el castillo desde el exterior, parece en perfecto estado de conservación, pero visto por dentro, da pena considerar la gran ruina a que ha quedado reducido. No hay un entresuelo ni un techo en pie, solo quedan con cubiertas las últimas estancias de las torres y dos techos de la torre mayor, y esta destrucción de la fortaleza es igual a la del palacio que tiene adosado.

En la segunda torre  estaban las cocinas, se han caido los entre suelos pero aun se ven las chimeneas y los hogares en las cuatro plantas, así están casi todos los otros torreones. En estas cocinas hay restos de decoración en estuco, con al parecer una leyenda árabe, que por su altura y débil traza es imposible copiarla fielmente.

Los muros de esta torre tienen 4,40 metros de espesor, y la única puerta de acceso tenía el arco exterior semicircular y el interior adintelado, y en ambos gorrone ras para las hojas que se abrían hacia el interior. El número total de plantas de esta torre es el de seis, estando la primera al nivel del patio, faltan tres entresuelos que eran de madera y cuyas vigas estaban sostenidas por zapatas de piedra.

Los entresuelos y artesonados del palacio así como los de la torre del Homenaje se perdieron también, pero no del todo, pues buena parte fue trasladada, al final del pasado siglo a la vivienda de Don Manuel Gallego en la calle Larga o de Alfonso XIII número 21 (actual calle Blas Infante), donde residía como apoderado y administrador de la propietaria de la fortaleza Marquesa de Casariego. Se conservaban muy bien, pues se tuvo el cuidado de colocar cada pieza en su sitio y no ensuciarlos ni mancharlos. Todos son entresuelos, la viguería pintada a lo morisco, y la tablazón pintada y tallada.

Cada tabla tiene tres círculos tallados y dorados de labor mudéjar, de estrellas las mas y de ojivas las otras, y los espacios entre círculo pintados a la morisca también (3).

En estos últimos años han sido tapados por un cielo raso vulgar, aduciendo que la polilla producía serrín, y no están visibles.

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