Su escasa población a mediados del siglo XIX (640 personas) no impidió el surgimiento de una interesante dinámica social en la villa durante buena parte del periodo.

Ya a principios del siglo XX, merece mención la formación de la asociación "El Porvenir", que aglutinó a los artesanos o el pujante movimiento sindical obrero que se vivió en Monturque en aquellas fechas, y que alcanzó su momento más álgido con las huelgas campesinas de los años 1918 y 1919.

Durante la Dictadura de Primo de Rivera, Monturque vivió una etapa de cierto crecimiento demográfico, ya que pasó de los 2000 habitantes de 1923 a los 2210 en 1930. En lo que a la vida política se refiere, un dato la caracteriza: la inestabilidad, ya que en seis años se suceden al frente del municipio varios alcaldes, ninguno de los cuales llega a disfrutar del tiempo necesario para marcar con su impronta la vida municipal. También tuvieron lugar algunos enfrentamientos entre las autoridades municipales, inusuales en el panorama político del momento.

Ya en 1936, el inmediato triunfo de los elementos afines al levantamiento militar se inició con una represión de las fuerzas sociales más activas y de todas aquellas personas alineadas con el bando republicano.

Después de la Guerra Civil, la villa volvió a vivir un incremento demográfico, alcanzando los 2792 habitantes en el año 1940.

En las décadas de los cincuenta y sesenta, la villa sufrió las consecuencias de una importante emigración, dirigida fundamentalmente hacia la capital de la provincia, a Madrid y hacia Cataluña, la cual se vio en parte mitigada en los siguientes años con la llegada de algunas familias procedentes de los terrenos afectados por la construcción del pantano de Iznájar, habiendo comenzado en la actualidad un lento y esperanzador crecimiento, tanto a nivel social como de desarrollo económico.

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