Cuenta la leyenda que en 1290 apareció la Virgen de Gracia bajo las Puertas de Morón y de Marchena, justo donde hoy se encuentra la ermita.

La construcción se inició en el S. XIV.

Su custodia fue concedida a los cistercienses de San Isidoro del campo, aunque poco después se puso en manos de los Jerónimos, quienes permanecieron allí hasta su exclaustración en el S. XIX.

La Virgen fue trasladada a la Prioral de Santa María en 1.835.

La iglesia posee una única nave, cortada en dos tramos con bóveda vaídas y poderosos contrafuertes exteriores.

Preside la ermita un retablo neoclásico, en el que destaca un lienzo barroco.

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