Declarada Bien de Interés Cultural, data de los siglos I al VII d.C. y cuenta con una de las superficies más completas de las existentes en la Península Ibérica. Destaca la monumentalidad de los alzados de sus muros y la riqueza de su elementos arquitectónicos: mosaicos, pinturas, pavimentos,..., así, como el conjunto escultórico aparecido en la misma y que puede ser contemplado en el Museo Histórico-Arqueológico. En ella se distinguen claramente dos zonas: la "Pars Urbana", que corresponde con la residencia de los propietarios, con toda clase de lujos y siguiendo los modelos de casas helénicas (mantenidas hasta nuestros días en la casa andaluza), y la zona productiva "Pars Rústica" destinada a las dependencias agrícolas (lagares, pozos de decantación de aceite, albercas...). Junto a la Villa y asociada a ella apareció una necrópolis del siglo IV-VII d.C.

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